Regula el estrés oxidativo celular contribuyendo a fortalecer los factores antioxidantes y a combatir los antiradicales libres.
Provoca un incremento del metabolismo del O2 en el caso de la hipoxia tisular.
Modula la actividad auto inmune. El ozono puede activar la producción de citoquinas (interferón, factor de necrosis tumoral, interleuquinas, etc.) a partir de los monocitos y linfocitos en la sangre periférica. Estas células sanguíneas activadas son captadas por el tejido linfoide (bazo, médula ósea y nódulos linfáticos) en donde la liberación de las citoquinas producirá una modulación del sistema inmune. Estas interacciones celulares producidos por el ozono son muy semejantes a los procesos fisiológicos que ocurren en el organismo para mantener el sistema inmune en estado activo. Es por ello que no se observan efectos adversos con la aplicación de esta terapéutica.
Tiene un alto poder bactericida y germicida. La acción germicida del ozono se basa en la formación de moléculas tóxicas como el peróxido de hidrógeno, y de radicales libres muy tóxicos (como el superóxido), que son especialmente tóxicos para microorganismos anaeróbicos, ya que carecen de sistemas enzimáticos endógenos capaces de descomponer estos productos y eliminarlos del organismo.
Es un activador circulatorio. Después del tratamiento con ozono, la sangre mejora su capacidad para circular a través de los microcapilares más estrechos, mejorando así la microcirculación por desagregación plaquetaria.
Además, los eritrocitos desagregados y suavizados se encuentran en mejores condiciones para absorber y transferir oxigeno, entre otros factores, debido a la mayor superficie de contacto libre y deformabilidad. La presión de oxigeno arterial aumenta, y la presión de oxigeno venosa disminuye, mejorando así la oxigenación celular. Se observa un incremento en el 2,3 DPG (Diphospho Glicerol), lo que facilita la cesión de oxígeno atrapado en la oxihemoglobina en los glóbulos rojos.
Es analgésico y antiinflamatorio.
Es un estimulador de la regeneración tisular.
Todas estas propiedades hacen del ozono una terapia valiosa especialmente en:
Heridas y úlceras.
Todos los procesos de cicatrización.
Quemaduras y abscesos.
Úlceras infectadas de evolución tórpida o de difícil cicatrización, por ejemplo en pie diabético o úlceras en diabéticos.
Patologías de origen vírico: hepatitis o herpes.
Inflamaciones articulares en Ortopedia y Reumatología.
Celulitis.
Situación de estrés.
Osteoporosis.
Ginecología: en vulvovaginitis y vaginitis de origen micótico o bacteriana.
Geriatría: para aumentar la calidad de vida y para una mejor oxigenación cerebral en síntomas como pérdida de memoria, dificultad circulatoria en piernas, cansancio, etc.
Coadyuvante en tratamientos oncológicos.
Activador general del sistema inmunitario
Resolutorio en hernias discales.
Finalmente investigaciones más recientes, han encontrado el ozono útil en los tratamientos del glaucoma y de las maculopatías oftalmológicas.
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